En nariz miel, flan de huevo y cúrcuma.
De entrada suave y pausada se deshace en la boca mostrándose goloso, de sabor intenso con anhelos de fino y albariza.
En la boca se vuelve sedoso y acaramelado, con cierta frescura y lejos de mostrar atisbos de su carga alcohólica.
Un vino que rompe moldes, la máxima expresión del refinamiento y la sutileza, ideal para cuando te duele algo o para cuando no te duela nada, ideal para tenerlo en el botiquín de casa.
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