Como este año se nos ha resistido la Fiesta del Albariño en Cambados, nos hemos sacado la espinita catando en casa algunos de ellos, entre los cuales este que os presento hoy es realmente imponente.
Esta bodega que, parece que sólo hace vinazos con este ha roto el molde.
Amarillo pajizo de ribetes acerados, brillante y de lágrima lenta y tímida.
Muy expresivo en nariz, derrocha fruta y evocación. Encontramos notas de piña y pera madura, notas de flores blancas que lo perfuman junto a un telón de fondo cítrico que recuerda al pomelo y a cáscara de lima decorado todo con un encaje salino y mineral, sutil y muy refinado.
En boca es impactante, suculento, corpulento de paso muy suave pero con tendencia a ocuparlo todo y expandirse nada más pasar el umbral de la boca. En el sabor pone en valor recuerdos de pomelo y piña en un sabor realmente frutal y jugoso.
El punto salino contrasta con el jugo de la fruta y se refuerza con su acidez una presencia que impacta en boca y literalmente la hace agua.
Postgusto prolongado por la acidez de piel cítrica donde aparecen notas de albaricoque (que hasta ahora no han dado la cara) mientras en nariz se refuerzan esos mismos matices adornados de sutiles notas herbáceas.
Al principio dije que derrocha fruta y evocación y, a nosotros realmente nos ha transportado a las Rías Baixas, al olor de la vegetación del Valle del Salnés cada vez que alguna nube tiene a bien descargar allí su más preciado tesoro, a sus playas cuando baja la marea y perfuman las algas toda la Ría.
Realmente un vino de otro mundo. Un teletransportador al Salnés. Bendita tierra de vinazos!!!!
Catado el 11 de agosto de 2018
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