Mantequilla fresca y fondo de melón , alguna nota herbácea y limón como telón de fondo de un horizonte de flores blancas.
Ha evolucionado en botella desde que lo catamos en septiembre y los aromas se han añejado y han perdido algo de frescura que no atractivo.
En boca el tiempo que ha pasado le ha sentado genial, se ha hecho más grande aún,rotundo y firme, ganando redondez, untuosidad y finura; pura seda, manteniendo impertérrita su frescura a pesar de ser casi masticable. El colmo de la elegancia.
En el posgusto y la retronasal se reafirma su alegoría frutal con alguna nota balsámica y mentolada.
Este vino es uno de los blancos que nunca nos defrauda aunque intentamos catarlo siempre con no más de año y medio de vejez ya que nos impresionan los aromas que podemos llegar a encontrar en él en sus primer año, conforme pasa tiempo en botella en boca gana complejidad y grandeza.
Un vino perfecto para tenerlo en el botiquín, este te cura por dentro y por fuera.
Catado el 31 de marzo de 2017
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