En su color se percibe un centro picota con ribetes granate; lágrimas compactas, cubierto y dando sensación densa al movimiento de la copa.
En nariz se equilibran bien los matices cedidos por la madera y, si bien en un primer momento ganan protagonismo, no tardan en dejar paso a la fruta.
Así pues se adelantan en un principio las notas de caja de habanos, finos tostados y coco dejando atrás un centro de fresones maduros, moras y regaliz.
Tras su ataque su acidez pierde equilibrio y se abre como si el vino estuviera roto o, al menos es la sensación que da en un principio ya que tras ese ataque vuelve a retomar el camino de la fruta en un fondo especiado, surgiendo de eses caos, deliciosas notas de mora y monte bajo que son ya una firma de la casa. Esa acidez inusual resta calidad al conjunto si bien, la botella ha caído enterita pues a pesar de estar lejos de ser la mejor versión de este vino, no ha dejado de ofrecer matices y de evolucionar copa a copa dentro de sus posibilidades.
Está claro que la salud de un vino corre la misma suerte que corre la salud de su artífice.
Tras probar hace poco la añada 2019 está claro que Miquichote es como el Ave Fénix.
Catado el 31 de enero de 2018
No hay comentarios:
Publicar un comentario