"...me encantaría
que vierais vuestras caras..."
Posiblemente fue la frase que más
podría reflejar nuestro paso por la bodega- Casa Agrícola Horacio Simôes.
Fueron las palabras de Teresa Barrigas cada vez que nos daba a catar algunos de
los muchos tesoros que encierra esta singular bodega situada en Quinta do Anjo en Palmela. Sus vinos se
amparan en tres DOC, Moscatel de Setúbal, Moscatel Roxo y Palmela.
Don José Carvalho fundó esta Casa Agrícola allá por el año 1910. Teresa y Pedro pertenecen a la tercera generación y nos abren las puertas de
la bodega como quien abre las de su propia casa y desde que llegamos hacen todo
lo posible para que así nos sintamos.
Con una venencia en una mano y un
sacacorchos rosa con su nombre en la otra, literalmente trepa entre las barricas
pinchando aquí y allá, mientras intenta explicarnos con todo lujo de detalles
la historia que encierra cada uno de los vinos que nos va dando a catar.
En comparación con otras bodegas,
aquí todo se elabora de manera tradicional y artesanal como pudimos comprobar
de primera mano.
El respeto por la tradición y la
paciencia que se respiran en todo el proyecto son infinitas. En la filosofía de
la bodega está tratar la crianza de los vinos sin prisa y dándole tiempo al
tiempo dejando que los vinos se hagan redondos y realmente imponentes. No
buscan más clientes que aquellos que realmente sepan apreciar las bondades de
sus vinos.
Además, casualmente llegamos el
día en el que están descubando el vino antes de ser decantado y Pedro viene a buscarnos para que catemos directamente de los depósitos. Ni qué decir
tiene, que el aroma que desprende la mezcla de las uvas con el aguardiente lo
llena todo.
Tras varios meses mezcladas, después de fermentar y añadir el aguardiente ya ha llegado el día en el que, por
decantación se obtendrá el vino con el que luego se llenaran las barricas de
madera.
Llama realmente la atención poder
catar el antes y el después aunque hay que decir que lo que sale de los
depósitos está realmente rico y huele muy bien.
Empezamos catando un moscatel
blanco de Setúbal en lo que parece una sala de cata y antesala de lo que en
Andalucía sería la sacristía de una bodega, siendo supuestamente lo menos que
se despacha en esta bodega y que nos deja realmente extasiados. En él se
aprecian ya los aromas propios de naranja, los finos tostados y los propios
varietales, melaza y cierto punto floral.
Aquí la moscatel tiene cierta acidez que le
aporta mucha frescura y una finura inusual.
De este pasamos ya al Moscatel
Roxo, variedad estrella de la zona cuyo grano se diferencia por tener cierto
color púrpura que transmite también a los vinos que se elaboran con él.
Tras una reja y bajo llave se
encuentran los tesoros de la bodega. De entre todas las joyas que allí aguardan
pacientemente catamos :
- Moscatel de setúbal de 10 años
Superior
- Moscatel Roxo Excellent
-Moscatel Costa a Costa e
Testemunho.
Este último obtiene su nombre de
su travesía durante cinco años en el ferry que une Setúbal y Troia. Las
vibraciones del barco y las condiciones de tantas travesías hacen que el vino
gane nuevas características y mucho atractivo.
Abandonamos esta sala y nos
adentramos en un depósito de cemento donde se fermenta vino tinto, tardamos un
rato en darnos cuenta porque no dejan de ser habitáculos con las paredes
oscuras eso sí. Cuando nos fijamos bien podemos ver los cristales de bitartrato
en la parte superior acumulados de muchas vendimias.
Allí probamos uno de los
moscateles más exclusivos que hemos conocido nunca. Surgió a causa de un
incendio en 2016 que mantuvo una nube de humo sobre el viñedo durante tres
semanas provocando que las uvas entraran en estrés hídrico y absorbieran el
aroma penetrante del humo.
Según nos cuenta Teresa, algunas
bodegas de la zona rectificaron químicamente el vino aquel año para evitar esa
tufarada a humo y otras incluso lo desecharon.
Ellos en cambio lo han dejado
estático y el vino se ha acomplejado ganando nuevos aromas que quedan detrás de
esas notas ahumadas y es realmente un espectáculo.
Acto seguido salimos de la bodega
no sin antes ver las tinajas donde elaboran algunos de los moscateles más
originales.
Finalmente, en el salón de la
entrada, sentados en una mesa y con un mantel de cata por delante, terminamos
de probar el resto de los vinos.
Dos blancos, de una variedad
autóctona (Rabo de Ovelha) y muy poca producción, dos tintos (Uva Bastardo) de
similares características a los blancos y dos vinos de licor hechos con la
variedad de uva Bastardo uno de ellos en aguardiente y otro hecho con armagnac.
Los vinos tranquilos, tanto
blancos como tintos se antojan muy gastronómicos y parecen esperar la llegada
de algún sumiller refutado que las descubra.
Los vinos de uva Bastarda son
realmente espectaculares y son los primeros que conocimos de esta bodega hace
ya unos años y también los culpables de que hayamos venido hasta aquí.
Muy agradecidos por la experiencia y con la conciencia de haber estado catando auténticas joyas, nos despedimos de Teresa quien nos deja marchar con la misma sonrisa con la que nos recibió hace ya más de 3 horas.
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