Desde que lo conocimos en el año de su puesta de largo junto a su hermano menor "La trucha" no le hemos perdido la pista a este albariño y no pensamos hacerlo. por los buenos ratos que nos hace pasar con él.
Amarillo pajizo con ribetes acerados algo apagado; glicérico y con cierta densidad.
Nariz muy expresiva, de esas que te enganchan y no sabes si bebértelo o mejor quedarte con lo que ya te han regalado sus éteres no vaya a ser que no se corresponda y te rompa todas tus expectativas. Con este, gracias a Dios no pasa eso, su calidad en boca hace honor a todos los matices y expresividad que encontramos en nariz.
Encontramos entre sus aromas peras en almíbar, fruta de hueso, heno, algo de bollería y cierto punto floral.
En boca destaca por su equilibrio ya desde su tacto sedoso antesala de una gran explosión de estímulos. Se enaltece a su paso su sabor frutal contrastando cierta sensación de dulzor con su tenue encaje salino. De largo recorrido destapa su sabor al final de este camino y se queda allí estático y cariñoso siendo además su acidez mucho más armoniosa y menos verde que en la mayoría de los de su especie.
Regala en el postgusto notas de fruta blanca y de hierbas aromáticas, algunas de las cuales se recrean también en nariz.
Un vinazo más que recomendable¡¡¡¡
Catado el 4 de noviembre de 2018
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