Reconozco que hasta que me serví la primera copa estaba convencido de que la botella era negra y, sin duda he ido desnudándola a la vez que vestía la copa de Rosa y la mía de picota muy oscura, ribetes púrpuras y capa muy alta, casi del mismo color que un agujero negro.
Nariz golosa con un centro de frutillos del bosque, sutiles notas lácteas que confieren el frescor de la nata al conjunto y alguna pincelada de toffe y una mineralidad arcillosa que gana protagonismo copa a copa.
Ya en boca es jovial y potente, rico en fruta y altamente expresivo, casi un zumo de fruta e igual de fácil de beber que si lo fuera. Refinado en su paso, apenas astringente, con la acidez y el amargor trabajando en tanden y sumando valor e interés si cabe al conjunto.
No aparenta para nada sus 14,5% integrando perfectamente el alcohol y la calidez al conjunto y convirtiendo la botella en monodosis de abrir y consumir.
Al igual que otros cosecheros o algunos vinos de maceración carbónica nos ha permitido bajarle algo la temperatura más de lo convencional, cosa de agradecer con la que está cayendo por estos lares.
Nos ha encantado y volveré a por otra igual a Baco Vinos en cuanto me sea posible.
Catado el 13 de junio de 2017
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