Amarillo pajizo, brillante y muy glicérico a juzgar por sus lágrimas.
En nariz presenta un centro muy frutal destacando al frente la fruta blanca y, más concretamente pera, dejando atrás notas florales y ortigas.
En boca es suave al principio y vibrante seguidamente. De buen sabor, su acidez toma protagonismo dejando una estela de piel de cítrico y pera madura.
Un punto fortuito de acidez queda al fondo y rompe algo su equilibrio. Tanto su sabor de carácter frutoso y jovial, como su posgusto son correctos aunque se matiza un amargor fortuito finamente encajado que refuerza la piel de cítrico en el recuerdo nasal.
No se le puede pedir más un vino de 6 €, os recomiendo que lo conozcáis.
Catado el 17 de febrero de 2019
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