Nariz de fruta blanca, notas cítricas, sotobosque y cierto punto de bollería al fondo, notas de cerveza y algo de reducción que terminará derivando en olor a cartón mojado. Aromas en declive conforme avanza la cata, perdiendo más expresividad de lo habitual o, al menos de la que esperábamos.
En boca es muy jugoso, frutal y fresco, haciéndonos salivar desde el primer momento. Jovial y ligero, su acidez acompaña y alarga el trago en un postgusto en el que retoma protagonismo ese sotobosque que encontrábamos en nariz que sumados a un punto cítrico de cáscara de limón elevan hasta la nariz sutiles recuerdos de heno.
Quizá se desvirtúa su aroma conforme pasan las copas y, quizá su acidez muestra demasiado verdor. No obstante, un vino que rompe su aroma a copas pasadas pierde un pilar básico de su estructura .
No nos ha conquistado, me quedo mejor con los tintos que elabora esta bodega.
Catado el 9 de diciembre de 2018
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