Lo primero que resalta de este vino es la oscuridad de su color (rojo picota con ribetes granates) y el brillo. Ya el sonido que produce cayendo en la copa delata el cuerpo y la densidad que tiene.
Al asomar la nariz a un palmo de la copa cierta acidez con finas expresiones minerales ya te atrapan desde el principio y te obligan a buscar en su interior los misterios que atesora más allá de este umbral. En torno a un centro especiado (laurel, tomillo,...), discurren la vainilla, tabaco, grafito y tinta. El aporte de la barrica casi ha borrado la presencia de la fruta madura en este crisol de aromas.
En boca se presenta con mucho carácter, muy amplio y casi arrogante, denso, con notas frutales y especiadas al final del recorrido que recuerdan a una dehesa. Destacando en él su acidez y un tanino pronunciado que le confieren aún más atractivo y singularidad.
Algo me hace pensar que va a evolucionar muy positivamente en botella por lo que volveré a catarlo dentro de un tiempo. Muy rico.
Catado el 17 de diciembre de 2016
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