Perderte en un vino de diez años de encierro intentando encontrar algún matiz de juventud y de lo que fue puede ser todo un ejercicio sensorial. En éste (Rioja hasta con los ojos cerrados), conviven en armonía los tostados con la grosella y la vainilla. El color se ha tornado a castaño y la capa empieza a adelgazar. Tan preciados no hace mucho, en esto del vino, ser viejo no siempre es sinónimo de ser bueno si bien, en este caso, ha resultado estar a la altura de las expectativas.
Catado el 18 de febrero de 2015
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