Nos ha llamado mucho la atención durante la visita, las pocas veces que la guía hablaba de las distintas variedades con las que se hacen los vinos. Por lo demás hemos disfrutado mucho, nos ha resultado como poco, curioso.
Son vinos a los que les han cortado la fermentación y los han fortificado con aguardiente de 70 grados entre el tercer y quinto día, con lo que a las levaduras no les ha dado tiempo de zamparse todo el azúcar y como resultado, un vino siempre dulce, que se mueve entre los 19 y los 22 grados. Puede ser blanco, rosado, ruby (rojo) o Tawny (el más amaderado y de color más castaño)
Por lo demás deciros que la ciudad es preciosa y merece la pena visitarla.
Catado el 5 de agosto de 2015
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