Sin duda alguna, después de conocer a Alberto Orte y escucharlo a él y a sus vinos es fácil ponerte nervioso cada vez que te acercas a cualquiera de ellos. Este de hoy nos ha emocionado de sobremanera, un vino realmente sublime, de esos que pocas veces tienes la suerte de catar y disfrutar. Si Escalada de Bibei ya nos pareció una joyita, este de hoy ha resultado ser todo un Titán.
Se presenta bajo una apariencia no muy jovial de capa medio- baja y un color evolucionado, castaño al centro con ribetes de rojo óxido. Sus lágrimas se forman lentamente y caen lentas, torpes y cristalinas.
En nariz es realmente expresivo y complejo.
Tratando de desenmarañar tal paleta aromática, encontramos mucha presencia de fruta con un frente de moras, ciruelas pasas, cerezas y fresones maduros. Se dejan adornar con finos tonos herbáceos de hoja de higuera e hinojo mientras al fondo surgen recuerdos de vainilla de vaina y notas minerales de pedernal que atribuyen sensaciones de acidez y de suelo.
De paso sedoso y calmado, con bastante amplitud, sabroso, fresco y ligero a la vez que suculento y sutil.
De su sabor retorna la fruta envuelta en tonos especiados y balsámicos con taninos finamente pulidos y sin apenas astringencia; en un balance de acidez que recuerda más a un vino blanco que a un tinto del centro o de la mitad sur de la Península.
Tras su largo recorrido, se deja querer a la vez que literalmente, te hace la boca agua.
En su recuerdo deja suspendidas pinceladas de fruta negra madura y especias mientras asciende hasta la nariz cierto punto balsámico.
Catado el 5 de octubre de 2020
